jueves, 18 de noviembre de 2010

LA IGLESIA EN MANOS ENEMIGAS

Antes de cualquier decisión del Concilio Ecuménico Vaticano II, Paulo VI proclamó en las Naciones Unidas, el 4 de Octubre de 1965, el liberalismo religioso, calificado en ese entonces por los sacerdotes fieles a la Iglesia Católica, de sustancialmente contrario a la ortodoxia, el magisterio y la jerarquía legítima de todos los papas del "pre-concilio".

Se añade que la proclamación de ese liberalismo religioso tiene entre otros antecedentes el Sínodo de Pistoya, cuyos errores fueron rechazados por Su Santidad Pío VI en su bula Actuorum Fidei, el 28 de Agosto de 1794.

Ese modernismo que públicamente proclamó Paulo VI, los sacerdotes fieles a la Tradición Católica lo señalan como corriente que se nutre de Lutero y su reforma protestante, misma que cobró extraordinaria virulencia durante los siglos XVII y XVIII, a la que los del conciliábulo "progresista" del Vaticano II robustecieron con la "religión antropocéntrica" que inventó Teilhard de Chardin.

Se llegó a mencionar por parte de las mismas fuentes, que la proclamación de Paulo VI en la ONU -complementada por el pontífice con su visita al "Mediato Room" o cámara de reflexión de las potentes mafias de esotéricos que se reparten en el mundo a costa de la independencia de naciones en desarrollo, por la que debe pasar todo miembro en el curso de su afiliación-, está en línea con el liberalismo que encontró profeta en Lamennais: es decir, en la "revolución del hombre contra Dios" , en el que "en vez que Dios juzgue al hombre, es el hombre el que juzga a Dios".

Al pronunciarse Paulo VI por el liberalismo religioso en la ONU se declaró no sólo heredero de Lamenais, sino también de Freud -al implantar una liturgia que va al sentimiento más que al pensamiento- y de Marc Sangnier, precursor de la "democracia cristiana" y utópico estructurador del "socialismo y del ateísmo para países cristianos"

Paulo VI, se identificó con su liberalismo en materia de Fe lanzado al mundo desde las Naciones Unidas, como discípulo de Jacques Maritain -"el santo de la iglesia montiniana"- teórico del "humanismo integral" combatido por Su Santidad Pío XII, porque fue el estructurador del plan piloto de una "sociedad sin Dios con animación cristiana".

La incompatibilidad del liberalismo religioso proclamado por Paulo VI en la ONU y el Magisterio de la Iglesia Católica ejercido por la jerarquía eclesiástica legítima, pudo advertirse, principalmente, en los siguientes documentos pontificios, producto de una intensa lucha doctrinaria de más de 130 años.

Mirari Vos, agosto 15 de1832 de Gregorio XVI. Qui Pluribus, noviembre 9 de 1846, Nostis et Nobiscum, diciembre 8 de 1849; Singulari Quidem, agosto 10 de 1863; Incredibili, septiembre 17 de 1863; Quanta Cura y Silabo -síntesis de 32 alocuciones, cartas y encíclicas del propio Pío IX- con catálogo con 80 proposiciones erróneas que se rechazan, expedidos el 8 de diciembre de 1864. Todo ésto en el pontificado de Pío IX.

De León XIII, Aeterne Patris, Inmortale Dei y Libertas Praestantissimu. Asimismo, de Pío X, Lamentabilis Sane Exitu, julio 17 de 1907; Pascendi Dominici Gregis, septiembre 8 de 1907; Praestantias, novienbre 8 de 1907; Conium Rerum, agosto 21 de 1909; carta de rechazo a "Le Syllon" -de Marc Sagnier- y Juramento Antimodernista.

De Pío XI, encíclicas Cristo Rey, Qua Primas, diciembre de 1925; MortaliumAnimas, enero 6 de 1928. De Pío XII, Mistici Corporis, junio 29 de 1943; Mediator Dei, noviembre 20 de 1947; Hauretis Aquas, mayo 16 de 1956; Humani Generis, agosto 15 de 1950.

¿Cómo fue que Paulo VI anunció al mundo su "revolución de octubre" al pronunciarse por el liberalismo religioso sin que se haya producido una respuesta en defensa de los principios de siempre sostenidos?

¿De que habría de sorprenderse más. De la proposición en la ONU por Paulo VI o del silencio de los obispos?

Quizá muchos creyeronque se trataba de una conquista de la Iglesia el que Paulo VI hablara desde la ONU. No se pensó que aquello era el inicio de la más bestial ofensiva contra la Iglesia Católica del "preconcilio", y que "una nueva iglesia democrática" en gestación, había iniciado su periodo de alumbramiento.

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